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Uno de los puntos más importantes a la hora de correr es la técnica con la que lo hacemos. Tener una buena técnica nos puede ayudar a ser más eficientes en términos de gasto de energía al realizar un mismo esfuerzo, por ello es un aspecto que no podemos descuidar y pese a que con el paso de los años perdemos esa técnica y ganamos malos hábitos, no viene mal realizar ejercicios específicos y seguir algunos consejos para intentar corregirla. Aun así, el cuerpo de un corredor se irá adaptando a la forma de correr del individuo, haciendo que éste se sienta cada vez más cómodo. Siempre hay que intentar que nuestra postura sea relajada, de nada sirve que corrijamos poco a poco la técnica si lo que conseguimos es estar en tensión durante la carrera.
Como digo, hay personas cuya técnica es de por sí muy buena, pero por desgracia otros tenemos nuestro estilo, que no quiere decir que sea malo, pero hay algunos aspectos que podemos corregir y cuidar para mejorarlo, con el fin de tratar de gastar menos energía e incluso evitar lesiones futuras.
La importancia del movimiento de los brazos en la técnica
En esta entrada vamos a centrarnos en el braceo durante la carrera. El movimiento de los brazos nos ayuda a realizar el impulso hacia adelante cuando corremos y además realizan una tarea de equilibrio y conservación de energía. Por ejemplo, si os fijáis cuando estáis en marcha y manipuláis vuestro GPS o pulsómetro, al cruzar los brazos por delante vuestro modo de correr se vuelve mucho más “patoso”, la cadera y el torso se balancean de lado a lado de forma muy poco natural.
Los brazos deben formar un ángulo de 90 grados aproximadamente y sin tensión, los hombros tienen que estar relajados y no encogidos, el movimiento de los brazos tiene que ser fluido, no forzado y los codos no deben separarse demasiado del tronco, porque provocarán movimientos laterales en lugar de ayudar a avanzar. No hay que llevarlos demasiado arriba porque tenderán a cargarse, ni demasiado abajo porque oscilarán demasiado y nos forzarán a inclinarnos mucho hacia adelante, perjudicando a la zancada.
Las manos tampoco se escapan de la técnica. Hay que llevarlas sueltas y relajadas, nada de apretar los puños y tensar las muñecas, esto sólo producirá un gasto de energía que quizá necesitemos a final de carrera.
Por lo demás, el movimiento de los brazos tiene que estar sincronizado con el de las piernas, braceo con zancada, si aumenta uno el otro también lo hará. También hay que evitar los recorridos exagerados, es decir no porque el movimiento sea más amplio avanzaremos más rápido. Los brazos deben subir hasta la altura del pecho y al bajar las manos llegan sobre la cintura, si el movimiento es forzado y exagerado seremos menos eficientes y afectará al conjunto del cuerpo.